sábado, 22 de noviembre de 2008

Página de salud recomendada. EL CORAZÓN.


Este blog recomienda visitar el sitio web anteriormente citado.

El corazón es una especie de bomba, o dos bombas en una. El lado derecho del corazón recibe sangre del organismo y la bombea a los pulmones. El lado izquierdo del corazón hace exactamente lo opuesto: recibe sangre de los pulmones y la bombea a todo el cuerpo.
El lado izquierdo de tu corazón envía sangre fresca y limpia a tu cuerpo. Esta sangre contiene un montón de oxígeno y este oxígeno es lo que mantiene felices a tus células. El cuerpo extrae el oxígeno de la sangre y lo usa en las células de tu cuerpo. Las células lo agradecen usando este oxígeno, fabricando dióxido de carbono y otras cosas que necesita eliminar y deshaciéndose del dióxido de carbono y otros desechos botándolos en la sangre para que se los lleve. La sangre ha cumplido con la primera parte de su tarea al llevar el oxígeno a las células y ahora llega el momento de recoger la basura (el dióxido de carbono y demás desechos).
Cada vez que la sangre circula desde el corazón al resto del cuerpo, un 20% (una quinta parte) de esta sangre pasa por los riñones donde se filtra parte de los desechos y luego la sangre se dirige de nuevo al corazón.
El lado derecho del corazón está listo para el relevo: lleva la sangre sin oxígeno y usada hasta los pulmones para que la refresquen un poco. Durante la respiración, el dióxido de carbono se separa de la sangre al exhalar y el nuevo oxígeno ingresa al inhalar. Ahora esta nueva sangre tiene el oxígeno que necesita para volver al lado izquierdo del corazón y empezar todo de nuevo. Y recuerda, ¡todo sucede en menos de medio minuto!

Aquí tienes ejemplos de lo que puedes hacer para ayudar a mantenerlo en forma:
Recuerda que tu corazón es un músculo. Del mismo modo que necesitas ejercitar los músculos de las piernas y los brazos, también necesitas ejercitar el corazón. El ejercicio regular es una excelente manera de mantener a tu corazón en forma. Hacer al menos de 15 a 20 minutos de ejercicio diario le darán a tu corazón el entrenamiento que necesita para lograr ser lo más fuerte posible.
El consumo de una variedad de alimentos saludables es excelente para tu corazón. Evitar muchos alimentos grasos mantendrá también feliz a tu corazón.
¡Aléjate del tabaco! Fumar es malo para todas las partes de tu cuerpo y especialmente para el corazón. Tu corazón y tus vasos sanguíneos detestan los cigarrillos porque fumar hace que les cueste más realizar sus tareas.
La hipertensión arterial es el aumento de la presión arterial de forma crónica. Es una enfermedad que no da síntomas durante mucho tiempo y, si no se trata, puede desencadenar complicaciones severas como un infarto de miocardio, una hemorragia o trombosis cerebral, lo que se puede evitar si se controla adecuadamente. Las primeras consecuencias de la hipertensión las sufren las arterias, que se endurecen a medida que soportan la presión arterial alta de forma continua, se hacen más gruesas y puede verse dificultado al paso de sangre a su través. Esto se conoce con el nombre de arteriosclerosis.
Causas
Se desconoce el mecanismo de la hipertensión arterial más frecuente, denominada "hipertensión esencial", "primaria" o "idiopática". En la hipertensión esencial no se han descrito todavía las causas especificas, aunque se ha relacionado con una serie de factores que suelen estar presentes en la mayoría de las personas que la sufren. Conviene separar aquellos relacionados con la herencia, el sexo, la edad y la raza y por tanto poco modificables, de aquellos otros que se podrían cambiar al variar los hábitos, ambiente, y las costumbres de las personas, como: la obesidad, la sensibilidad al sodio, el consumo excesivo de alcohol, el uso de anticonceptivos orales y un estilo de vida muy sedentario.
Herencia: cuando se transmite de padres a hijos se hereda una tendencia o predisposición a desarrollar cifras elevadas de tensión arterial. Se desconoce su mecanismo exacto, pero la experiencia acumulada demuestra que cuando una persona tiene un progenitor (o ambos) hipertensos, las posibilidades de desarrollar hipertensión son el doble que las de otras personas con ambos padres sin problemas de hipertensión.
Sexo: Los hombres tienen más predisposición a desarrollar hipertensión arterial que las mujeres hasta que éstas llegan a la edad de la menopausia. A partir de esta etapa la frecuencia en ambos sexos se iguala. Esto es así porque la naturaleza ha dotado a la mujer con unas hormonas protectoras mientras se encuentra en edad fértil, los estrógenos, y por ello tienen menos riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, en las mujeres más jóvenes existe un riesgo especial cuando toman píldoras anticonceptivas.
Edad y raza: La edad es otro factor, por desgracia no modificable, que va a influir sobre las cifras de presión arterial, de manera que tanto la presión arterial sistólica o máxima como la diastólica o mínima aumentan con los años y lógicamente se encuentra un mayor número de hipertensos a medida que aumenta la edad. En cuanto a la raza, los individuos de raza negra tienen el doble de posibilidades de desarrollar hipertensión que los de raza blanca, además de tener un peor pronóstico.
Sobrepeso: los individuos con sobrepeso están más expuestos a tener más alta la presión arterial que un individuo con peso normal. A medida que se aumenta de peso se eleva la tensión arterial y esto es mucho más evidente en los menores de 40 años y en las mujeres. La frecuencia de la hipertensión arterial entre los obesos, independientemente de la edad, es entre dos y tres veces superior a la de los individuos con un peso normal. No se sabe con claridad si es la obesidad por sí misma la causa de la hipertensión, o si hay un factor asociado que aumente la presión en personas con sobrepeso, aunque las últimas investigaciones apuntan a que a la obesidad se asocian otra serie de alteraciones que serían en parte responsables del aumento de presión arterial. También es cierto, que la reducción de peso hace que desaparezcan estas alteraciones.
Síntomas
La presión arterial elevada rara vez presenta síntomas. Estar nervioso o tenso, por ejemplo, no es sinónimo de tener la presión arterial elevada.
Diagnóstico
La única manera de detectar la hipertensión en sus inicios es con revisiones periódicas. Mucha gente tiene la presión arterial elevada durante años sin saberlo. El diagnóstico se puede realizar a través de los antecedentes familiares y personales, una exploración física y otras pruebas complementarias.
Tratamientos
La hipertensión no puede curarse en la mayoría de los casos, pero puede controlarse. En general debe seguirse un tratamiento regular de por vida para bajar la presión y mantenerla estable. Las pastillas son sólo parte del tratamiento de la hipertensión, ya que el médico también suele recomendar una dieta para perder peso y medidas como no abusar del consumo de sal, hacer ejercicio con regularidad. Consejos para el paciente con hipertensión:
Reduce el peso corporal si tienes sobrepeso.
Reduce el consumo de sal a 4-6 gramos al día; consume menos productos preparados y en conserva, y no emplees demasiada sal en la preparación de los alimentos. No obstante, existen pacientes que no responden a la restricción salina.
Reduce la ingesta de alcohol, que en las mujeres debe ser inferior a 140 gramos a la semana y en los hombres inferior a 210 gramos.
Realiza ejercicio físico, preferentemente pasear, correr moderadamente, nadar o ir en bicicleta, de 30 a 45 minutos, un mínimo de 3 veces por semana.
Reduce el consumo de café y no consumas más de 2-3 cafés al día.
Consume alimentos ricos en potasio, como legumbres, frutas y verduras.
Abandona el hábito de fumar.
Sigue una dieta rica en ácidos grasos poliinsaturados y pobre en grasas saturadas. Además de las medidas recomendadas, el hipertenso dispone de una amplia variedad de fármacos que le permiten controlar la enfermedad. El tratamiento debe ser siempre individualizado. Para la elección del fármaco, hay que considerar factores como la edad y el sexo del paciente, el grado de hipertensión, la presencia de otros trastornos (como diabetes o valores elevados de colesterol), los efectos secundarios y el coste de los fármacos y las pruebas necesarias para controlar su seguridad. Habitualmente los pacientes toleran bien los fármacos, pero cualquier fármaco antihipertensivo puede provocar efectos secundarios, de modo que si éstos aparecen, se debería informar de ello al médico para que ajuste la dosis o cambie el tratamiento. Riesgos. El principal riesgo es el infarto de miocardio. Un hipertenso no tratado tiene, como media, 10 veces más riesgo de morir de infarto que un individuo con tensión normal. Asimismo, la hipertensión puede producir trombos o rupturas arteriales, pudiendo dar lugar a hemorragias, daño en las células nerviosas, pérdida de memoria o parálisis. El riñón también sufre las consecuencias de la hipertensión arterial y entre los pacientes hipertensos se produce insuficiencia renal con más frecuencia que entre los normotensos. Los pequeños vasos del fondo del ojo, también se ven amenazados por la hipertensión, que favorece su rotura y las hemorragias, que puedan llevar incluso a la pérdida de la visión.

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